Muertes públicas, duelos colectivos

Samuel Tobares fue asesinado a golpes por la policía cordobesa al grito de “puto de mierda”. Fernanda Airas, una mujer trans salteña, murió en una comisaría una hora después de una violenta detención arbitraria y dijeron que se ahorcó con el top que tenía puesto -una explicación inverosímil. Este fin de semana habrá movilizaciones por estos crímenes de odio que se hacen más graves por la violencia institucional que insiste en declarar algunas vidas como descartables.

05 de diciembre, 2025 | 20.26

Samuel Tobares usaba el pelo rapado de un costado y largo carré del otro. O al menos así era en el último tiempo, como lo atestiguan sus redes donde se alternan fotos de montañas nevadas, playas y sierras, los lugares donde trabajaba según la temporada. Bariloche, Pinamar, su Córdoba natal y más precisamente el Valle de Punilla, el lugar donde la vida de Samuel empezó a contarse en pasado para siempre. Fue el 23 de noviembre, era domingo, volvía del hotel donde trabajaba en Carlos Paz al lugar donde vivía con su familia, Villa Parque Síquiman, una comuna pequeña como la mayoría en el valle serrano. Esa noche, Samuel se bajó del colectivo y se quedó en la parada fumando cuando lo increparon dos policías que, antes de que pudiera terminar el pucho, lo golpearon hasta la muerte al grito de “puto de mierda”. No les importó que hubiera testigos, tal vez los policías apostaban a que sobreviva a su ensañamiento, dejarle la mandíbula rota como le pasó en agosto a Juan Sabín, en Buenos Aires, a quien también golpearon por ser homosexual. “Siempre tuve ganas de pegarle a uno de estos”, dijo el tipo que le desfiguró la cara.

En la parada de colectivo donde mataron a Samuel quedó el cigarrillo tirado en el piso, también su botellita de agua, la tarjeta que se usa en Córdoba para pagar el transporte y un pedazo de su remera; todo eso lo encontró su hermana Abigail que corrió al lugar de los hechos en cuanto se enteró. “En una le dejaron la cabeza colgando, lo patearon, se le subieron encima los dos canas y le pegaban, le pegaban, dos tipos de más de 80 kilos encima y era un pibe flaquito como yo”, dice el testigo que vio todo, que gritó desde enfrente y quiso cruzar a pararlos pero lo frenaron: “La verdad que te da miedo, porque te pueden pegar a vos”. Es un testimonio contundente: si tuvo miedo no se traduce en su forma de hablar; lo cuenta todo, de inmediato, azorado, porque no se detuvieron ni cuando Samuel ya no respondía a los golpes. “Ese chico no murió en el (hospital) Funes, ese chico se murió acá, era evidente, le hicieron RCP un rato largo y nada, ahí lo levantaron y se lo llevaron”.


La mamá de Samuel no quiere saber nada con hablar de la “sexualidad de mi hijo, ni si era gordo o flaco, no tendrían que haber hecho lo que hicieron, eso es todo”. Abigail está organizando una “Marcha Silenciosa” desde el Parque Síquiman a la comisaría local a la que no están invitadas las organizaciones políticas ni sociales ni de la disidencia sexual, sólo vecinos; la familia no quiere. “Era un buen hermano, un buen tío de mis hijos, un buen hijo de mi mamá, con él se equivocaron, se equivocaron feo”, dijo a VillaNos, la radio cooperativa del valle. ¿Hubiera habido algún cuerpo correcto para esos golpes? Cuando pegaban carteles para convocar a la marcha, una policía los arrancó y les dijo que tenían que pedir permiso. Parece un chiste malo, pero no lo es. Como tampoco es gracioso que el ministro de Seguridad cordobés, Juan Pablo Quinteros, le haya dicho a la familia que no tenga miedo, que a ellos no les iba a pasar nada. ¿Por qué tendrían que tener miedo?

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“Skinny icon!” (algo así como “ícono de la delgadez”), dice un comentario debajo de una selfie de Samuel, la boca roja, los lentes de sol grandes y cuadrados, la cadera quebrada como un modelo de pasarela y su perrita Lucky acompañándolo como siempre en sus viajes. ¿Será que a Samuel sí le importaba cómo lo veían?

Casandra trabaja en Radio VillaNos: es periodista, travesti y se sorprende de no haber conocido a Samuel porque en el Valle las comunas son chicas, cercanas; aunque las disidencias sexuales tampoco es que estén muy conectadas. Ella también miró las redes de Samuel. Es una forma de duelo en este tiempo en que tantas muertes parecen no merecerlo, muertes menores que pueden provocar espanto pero no arrancan lágrimas y si alguna se escapa, se levantarán los corifeos entonando el agravio: si les pasó por delincuentes, putas, chorras, desviados, hombre disfrazado… La cantinela de siempre, cada vez más instalada. Casandra no puede hablar por Samuel sobre su orientación sexual o identidad de género, pero sí sabe lo que lee la policía cuando ve a alguien como él: un cuerpo al que se le puede pegar aún frente a testigos.

Según el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT+, creado en 2016 en el área del INADI y del que participan las Defensorías del Pueblo de CABA, Nación y Provincia de Buenos Aires junto con la Federación Argentina LGBT+, las agresiones contra personas de la disidencia sexual crecieron un 70 por ciento con respecto al año pasado. Las más afectadas fueron las travestis. Lo peor de esta estadística es que se difundió a principios de noviembre, para la Marcha del Orgullo en CABA. Ahora, a los 4 asesinatos que se cuentan hay que sumarles dos más.

Daniela Fernanda Arias era travesti. El miércoles 26 de noviembre se había quedado conversando en el Parque Evita, en su pueblo Rosario de Lerma, una localidad más antigua que la Revolución de Mayo. Estaba lindo para estar afuera, el verano hace las noches más largas. Pero ni siquiera era tarde cuando dos policías se la llevaron detenida a la rastra. “Yo no voy a ir porque yo no he hecho nada”, dicen que dijo. La patearon en las piernas para vencer la resistencia. Ahora mismo por ella se está rezando una novena de difunta en ese pueblo a a 40 kilómetros de Salta capital. A su hermana Gladis la llamaron menos de tres horas después de esa detención arbitraria. La policía de la provincia dice que se ahorcó con el top que llevaba puesto en el breve lapso de menos de una hora que pasó en un calabozo. “Es imposible”, dice Gladis Arias, “es imposible”.

Fernanda, el nombre que más usaba, cosía para afuera, como se dice todavía para quienes arreglan o hacen ropa a pedido. Hacía tres meses había terminado el trámite para cambiar su DNI y “estaba contenta, animada, era algo que ella quería. ¿Por qué si ella tenía su DNI femenino vinieron dos policías masculinos a golpearla y arrastrarla para llevarla detenida? Si no estaba haciendo nada”, se lamenta su hermana mayor que pasa de la rabia a la pena aunque esquiva el desconcierto que sí enuncia la familia de Samuel. Ella también se ocupó directamente de recopilar testimonios en el lugar de donde se la llevaron. Supo que Fernanda estaba tomando “un vinito” con un amigo, lo más tranquila. Le contaron de las patadas y de la resistencia de su hermana. Fue fácil también encontrar testimonios porque ningún policía se oculta para hostigar a las travestis, tampoco a los maricones. O a los que lucen como maricones. O las lesbianas muy masculinas. O a cualquiera que desafíe lo que Donald Trump firmó como decreto y Javier Milei sueña con imitar: que sólo existen mujeres y varones cis. La naturaleza entera hace oír su carcajada frente a esa sentencia que se repite y se repite en los posteos en que se menciona el crimen de odio contra Daniela Fernanda Arias, ese coro del odio que alienta en el oído de los perpetradores como una hinchada dislocada y que muchas veces tiene la voz del mismo presidente de la Nación.

Cuando le dieron el cuerpo de su hermana, Gladis y sus sobrinas -de un hermano más- la inspeccionaron cuidadosamente. Tocaron los chichones en su cabeza, le vieron los cortes a la altura de la boca, empezaron una autopsia no oficial porque la que va a sumarse al expediente va a demorarse unos 20 días, según le dijeron a Gladis. “No sé por qué tanto tiempo. Pero hay muchas razones para saber que no se suicidó. La altura del calabozo, la zoncera de decir que con un top se va a ahorcar, el poco tiempo que pasó desde que la detuvieron. Una chica del parque me dijo que la vio a las ocho y media lo más tranquila, y a las once ya estaba muerta, porque a mí me avisaron a esa hora más o menos”. ¿Cómo se pasa de estar tomando vino en un banco del parque a querer matarse en un calabozo con una remera diminuta?

“Nadie se suicida en una comisaría”, se gritó en el escenario de la Marcha del Orgullo de Salta que sucedió el fin de semana pasado.

Fernanda no usaba tanto las redes como Samuel, sin embargo se puede encontrar un Instagram de la Marcha del Orgullo de Rosario de Lerma, que conecta con otro de Cafayate donde también la Marcha se tiñe del marrón de los cerros, donde se le pide a la Pachamama por las vidas trans y se prenden velas sobre la bandera rosa, blanca y celeste para después bailar con bombos legüeros. En Rosario de Lerma, la última marcha del orgullo fue en 2023. Pía Ceballos, referente de M.T.A (Mujeres Trans Argentina) en Salta, que estuvo esta semana con la familia de Fernanda, lo dice claramente: “Aun si querés creerle a la policía, esto es una muerte en custodia. Recién este viernes -a casi 10 días de la muerte-, la familia va a poder hablar con la fiscalía y ver qué están investigando y cómo. Porque esta muerte como tantas otras tiene el mismo predicado: la deshumanización de las personas trans y travestis”.

En Rosario de Lerma también se saldrá a la calle por Daniela Fernanda, será el miércoles 10, a dos semanas del crimen y el recorrido irá desde Parque Evita hasta la comisaría. La familia estará acompañada por abogados y abogadas de Derechos Humanos que se pusieron a disposición. Ellxs tampoco pudieron ver la causa todavía pero en las noticias locales ya se menciona, como si tuviera algo que ver, que Fernanda estaba “prostituyéndose” y tomando bebidas alcohólicas. Gladis dice que no era trabajadora sexual, pero no se trata de eso ni del top ni que estaba tomando bebidas alcohólicas. Se trata de violencia institucional sistémica contra travestis y mujeres trans.

En el Valle de Punilla, la "Marcha silenciosa" será este sábado. También en Córdoba capital hay una asamblea y concentración en la Plaza Pepa Gaitán, así se rebautizó a la Plaza de la Intendencia después de la movilización del 1F pasado. La familia pide un cambio de carátula. Ahora, la causa que tiene a dos policías detenidos es por homicidio preterintencional, una manera legal de decir que “se les fue la mano”. Si la intención, según la carátula, no fue matar entonces cuál fue la intención ¿torturar?

Esta semana, se conoció que por fin la Sala I de la Cámara de Apelación y Garantías de San Isidro rechazó el sobreseimiento que el juez Walter Saettone (Juzgado 7 de San Isidro) había dado a 9 de los 10 policías acusados por el travesticidio de Sofía Fernández y su encubrimiento ocurrido en 2023, dentro de la comisaría 36 de Pilar. De Sofía también se dijo que se había suicidado, después que había sufrido una descompensación y recién ahora los policías irán a juicio. Su abogado defensor es Francisco Onetto, el mismo que “defendió” a Javier Milei después de que desobedeció a la Justicia y no bajó un posteo sobre Ian Moche; también es el representante de d, el narco amigo de José Luis Espert. Tal vez sea un dato accesorio, pero no puede omitirse.

Sin movilización, sin duelo colectivo, sin su hermana contando la historia de Sofía -para conmover, para hacer alianzas-, una vez más se hubiera dado una palmada en la espalda a los policías ejecutores y al Estado que los protege para que sigan actuando con impunidad, odio de género, odio a la identidad de género, a la orientación sexual. Las movilizaciones que recorrerán este fin de semana Rosario de Lerma y el Valle de Punilla por Fernanda y por Samuel -aún silenciosa- son maneras de rebelarse frente la política de descarte que se promete a algunas vidas desde los regímenes filo fascistas como el de Javier Milei, Donald Trump, Nayib Bukele y tantos más que lamentablemente se siguen levantando en nuestro continente y en el mundo.

Estas formas de duelo colectivo son también modos de la defensa de la vida en común. Porque no hay vidas o muertes que no se toquen con la otra por muchos muros que se quieran levantar para evitarlo. Ya lo dijeron antes las famosas campanas de Bertold Brecht, hoy pueden doblar por otres pero un día doblarán también por todes.