El Cordobazo fue una histórica insurrección popular en la ciudad de Córdoba que puso en jaque durante casi 24 horas al gobierno de facto del general Juan Carlos Onganía. El 29 de mayo de 1969, obreros y estudiantes tomaron el control del centro de la ciudad, en un hecho que se transformó en un símbolo de la resistencia contra el autoritarismo en Argentina.
Este levantamiento no fue espontáneo. Fue el resultado del profundo descontento social con un régimen militar que había cercenado desde 1966 las libertades democráticas, al proscribir partidos políticos y reprimir con dureza la protesta social. El modelo económico liberal impulsado por el ministro Adalbert Krieger Vasena, con congelamiento de salarios y derogación de derechos laborales como el “sábado inglés”, impactó especialmente en Córdoba, centro de la industria automotriz y metalúrgica.
El detonante: represión, muerte y unidad en la lucha
El clima social se volvió aún más tenso luego de la represión en las universidades. El 15 de mayo, el asesinato del estudiante Juan José Cabral durante una protesta en Corrientes encendió la mecha. Le siguieron movilizaciones en Rosario, donde murieron Luis Norberto Blanco y Adolfo Bello. La respuesta del gobierno militar fue más represión, y eso terminó por catalizar una unidad inédita entre el movimiento obrero y estudiantil.
En Córdoba, esta unión encontró expresión en tres figuras sindicales clave: Agustín Tosco, Elpidio Torres y Atilio López. A pesar de las divisiones internas de la CGT, ambos sectores acordaron un paro activo para el 29 de mayo, con movilización al centro de la ciudad. La respuesta del gobierno fue vaciar la ciudad y reprimir. La muerte del obrero Máximo Mena a manos de la policía desató la furia popular: empezaron los enfrentamientos, se levantaron barricadas y piquetes y los manifestantes tomaron el centro de Córdoba.
Un antes y un después en la historia argentina
Si bien al día siguiente el Ejército retomó el control con una brutal represión que dejó al menos 30 muertos y cientos de detenidos, el Cordobazo marcó un punto de inflexión. Fue el comienzo del declive del régimen de Onganía, que no pudo recuperar autoridad. El gobernador de facto Carlos Caballero renunció, y los dirigentes detenidos fueron liberados 17 meses después.
El historiador Gabriel Di Meglio explicó que el Cordobazo fue “el resultado de una oposición general al ajuste económico y al autoritarismo”, pero también de una realidad única en Córdoba, donde confluían un fuerte sindicalismo, un activismo estudiantil vibrante y un clero comprometido con el pueblo. Para muchos, fue un momento mítico de lucha colectiva, que se recuerda como un instante de victoria y de dignidad popular.
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