El Gobierno habla de una “Arabia Saudita del uranio” mientras destruye la CNEA

El organismo rector del sector nuclear argentino acaba de ser puesto bajo la órbita del Ministerio de Economía y a cargo de un abogado de 30 años sin experiencia en el tema; drenaje de cerebros y proyectos insignia cancelados o detenidos

12 de diciembre, 2025 | 10.36

–Experto en termohidráulica, reactores, fusión, enriquecimiento de uranio: “Dada la pérdida de poder adquisitivo y falta de información de proyectos, me vi impulsado a buscar otras opciones laborales. El sentido de pertenencia es muy grande. Pedí licencia sin goce de haberes, pero me fue denegada por la gerencia de Recursos Humanos”.

–Ingeniero nuclear: “Tuve que irme por las pocas perspectivas de mejora salarial y la cancelación del proyecto CAREM”.

–Especialista en fabricación de prototipos de elementos combustibles: “Además de técnico soy ‘profe’ en una escuela donde gano el doble con menos carga horaria y haciendo algo útil, porque en los últimos años se pararon todos los proyectos. Es como estar presos cumpliendo una condena”.

–Analista de seguridad nuclear: “El desastre no es solo económico, sino de motivación. No hay esperanza de mejora, de poder participar en nuevos proyectos y en el medio surgió la propuesta de trabajar en una start-up para el diseño de un nuevo reactor”.

–Técnico especializado en espectrometría de masas y caracterización de materiales: “Ya ni compensando con un segundo empleo alcanzaba la plata. Y a eso se le sumó que no había líneas de trabajo ni financiación de proyectos”. 

–Ingeniero eléctrico: “La pérdida de poder adquisitivo durante el último año me llevó a recortar consumos básicos y de salud. Se hacía cada vez más difícil motivar a mi equipo. Las malas noticias eran cosa de todos los días. En seis meses, el grupo se redujo de 15 a 10 personas. La decisión fue fácil desde lo racional, pero muy difícil desde lo emocional”.

Estas son solo algunas de las voces del incesante drenaje de cerebros que sufre la Comisión Nacional de Energía Atómica, organismo rector de la actividad nuclear en el país. Creada en 1950, en estos 75 años atravesó gobiernos de todos los signos, formó a investigadores y técnicos de altísima calificación, realizó avances que ganaron reconocimiento mundial, y generó un ecosistema de empresas de alta tecnología como Invap, Conuar, FAE, ENSI, NA-SA y Dioxitek, varias de las cuales exportan tecnología y compiten en el escenario internacional. 

Pero a pesar de ser una de las privilegiadas riquezas del país y de que el gobierno declama que el sector nuclear posee un enorme potencial, las medidas que está implementando amenazan su existencia. El decreto 866/2025 publicado este martes en el Boletín Oficial creó una Secretaría de Asuntos Nucleares en el Ministerio de Economía, la transfirió a esa dependencia y la puso a cargo de un abogado de treinta años, Federico Ramos Nápoli, que de acuerdo con publicaciones periodísticas carece de formación y conocimientos en el tema. Viene de desempeñarse en el área de prensa de la Secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, y luego, durante unos meses, como Gerente General de Dioxitek, la compañía que produce dióxido de uranio y otros insumos para la generación de energía nuclear. Mientras tanto, según estudios del Grupo Economía, Política y Ciencia (EPC) en dos años presupuesto de la CNEA se redujo un 44% y perdió más de 200 personas (un 5,2% de su planta, que demora décadas en formarse). “El programa de Actividades Centrales, clave para la gestión del organismo, se contrae un 66,7%, la inversión en combustible nuclear, un 29,3%, y la destinada a Seguridad y Protección Nuclear, un 31,5%, Aplicaciones de la Tecnología Nuclear cae un 32,7%, e Investigación y Aplicaciones no Nucleares se retrae un 39,5%”, detalla el informe.

(EPC-Ciicti)

Todos sus proyectos insignia están detenidos. El CAREM, primer reactor nuclear de potencia íntegramente desarrollado y construido en el país y también el primer reactor modular de baja y media potencia del mundo (SMR, por sus siglas en inglés) en construcción fue oficialmente cancelado y desde octubre de 2024 no recibe un peso. El RA-10, que iba a ser el reactor multipropósito (para entrenamiento, investigación y producción de radioisótopos) más moderno del mundo y que está en etapas muy avanzadas de construcción, con la posibilidad de colocar al país en la vanguardia tecnológica mundial, además de generar ingresos por millones de dólares en exportaciones, fue “ralentizado” y renunció el gerente que dirigió todo su desarrollo, Herman Blaumann. Quienes lo conocían decían que consideraba este proyecto como “un hijo”. Algo similar ocurre con el Centro Argentino de Protonterapia, un tratamiento contra tumores que solo se realiza en 20 países del mundo, y tiene mayor precisión y menos efectos secundarios que los rayos tradicionales, proyecto pionero en la Argentina y en América latina. 

Facundo Ramos Nápoli, nuevo secretario de Asuntos Nucleares

“Esto es una vuelta de tuerca más en la degradación de la CNEA –dice Andrés Kreiner, especialista en física nuclear, ciencia y tecnología de aceleradores, y sus aplicaciones médicas y medioambientales, entre otras, además de investigador superior del Conicet y docente de la Universidad Nacional de San Martín–. Ramos Nápoli es un abogado sin ninguna experiencia en el sector nuclear. En los meses que estuvo al frente de Dioxitek se dedicó a despedir gente. En nuestra opinión, viene a consumar la entrega del sector nuclear público al privado, posiblemente extranjero”. 

Como los que se vieron obligados a abandonar el organismo, también especialistas independientes consideran que las noticias que conciernen a la actividad nuclear son cada vez peores. Tal es el caso de Eduardo Gigante, ingeniero y consultor argentino especializado en energía y minerales críticos. “No estoy en contra de la creación de algún tipo de secretaría que coordine los distintos entes que conforman el sector nuclear  –afirma–. Pero ponerlo bajo la órbita del Ministerio de Economía indica que se busca una mercantilización. Lamentablemente, estas decisiones que se están tomando lo dejan a uno estupefacto, porque van en contra de cualquier tipo de pensamiento estratégico a largo plazo. Lo veo como un error sin fundamento lógico. Más, tratándose de un área que tiene un dinamismo propio y cuya función es la investigación, la generación de energía eléctrica, de conocimiento, de radiosótopos medicinales. No tiene sentido”.

(EPC-Ciicti)

Sobre la designación de Ramos Nápoli, Gigante considera que la CNEA tiene personal más que capacitado para dirigir la CNEA y su galaxia de compañías vinculadas. “Es Inexplicable, sabiendo que tenemos gente que puede tranquilamente gestionar una secretaría de este tipo, poner a una persona de 30 años que tiene pocos o nulos conocimientos sobre el tema”, subraya.

Y acerca de la idea de una “Arabia Saudita del uranio”, es terminante: “Con los minerales críticos, como el uranio, ocurre lo mismo que con el litio. Son todas exageraciones, propaganda, porque nosotros no somos un país que tenga grandes cantidades de reservas que puedan convertirnos en una potencia como sí pasa por ejemplo con Kazajistán, Rusia o Australia. No tiene sentido. Sí, tenemos recursos dentro de nuestro territorio, podemos llegar a autoabastecer nuestras centrales nucleares y exportar el excedente. Lamentablemente, dejamos de producirlo en 1997 y se decidió importar. Y volver a tener una mina de uranio en producción demora; en algunos casos, años. Es una actividad que requiere tiempo”. 

Tanque del RA-10, fabricado por Invap

Por último, concluye Gigante: “El llamado Plan Nuclear Argentino también tiene errores garrafales, como por ejemplo, dejar de financiar el CAREM. Más ahora, que [Donald] Trump cerró hace un par de semanas un convenio con Westinghouse por 80 mil millones de dólares de los contribuyentes norteamericanos, precisamente para el desarrollo de pequeños reactores modulares (SMR, según sus siglas en inglés). ¿Qué mejor que evitar la competencia con un país como el nuestro, que  tenía el SMR más avanzado del mundo en construcción? Ahora nos hablan sobre un reactor nuevo, el ACR 300, que es apenas una patente, un papel, un concepto muy inicial. Ni siquiera tiene resuelta su ingeniería básica. Es muy triste todo lo que está ocurriendo. La pérdida de ingenieros nucleares, de licenciados en física, de técnicos nucleares que reciben ofertas de salarios mucho mejores para irse del país. Canadá hasta abrió una oficina acá para captar cerebros que tengan conocimientos acerca de reactores nucleares del tipo CANDU (siglas de Canada Deuterium Uranium), como los que tenemos nosotros”.