Frente a los rumores de su salida anticipada como presidente provisional del Senado, Bartolomé Abdala, aseguró que su mandato durará hasta el 24 de febrero de 2026. Su aclaración llega mientras crece el presunto malestar sobre su desempeño en la cámara dentro del oficialismo, que analiza nombres como Nadia Márquez (senadora por Neuquén) y Agustín Coto (senador por Tierra del Fuego) para sucederlo en el cargo, en el marco del próximo período legislativo.
"Tengo mandato hasta el 24 de febrero, votado por unanimidad por los senadores, según expresa el artículo 1 y 2 del reglamento del Senado", explicó Abdala en diálogo con la agencia Noticias Argentinas. El dirigente puntano ocupa el puesto hace casi dos años, un lugar clave dentro de la línea de sucesión presidencial, y no muestra intenciones de dar un paso al costado.
El legislador reveló que no tuvo contactos recientes con la Casa Rosada ni con la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, respecto a su continuidad. "A mí nadie me preguntó nada. No hablamos nada de ese tema con el Gobierno", resumió, bajando el tono de la polémica, aunque dejando en evidencia cierta distancia con el núcleo duro del poder libertario.
En el oficialismo, sin embargo, reconocen que la cuestión está en análisis. Tanto Márquez como Coto cuentan con la confianza de los Milei, pero sus nombres generan resistencias dentro del bloque. La neuquina arrastra pruebas por una causa penal vinculada con títulos terciarios truchos emitidos en su provincia entre 1999 y 2004, mientras que Coto, aunque el dúo de hermanos lo considera un cuadro prometedor del interior, no termina de cumplir con todos los requisitos políticos y técnicos que exige el cargo.
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Es por esto que en Balcarce 50 evaluarían dejar correr los tiempos y permitir que Abdala cumpla su mandato hasta febrero, para evitar abrir otro frente de conflicto interno. No obstante, su permanencia no resulta cómoda para el oficialismo debido a su cercanía con la vicepresidenta y titular del Senado, Victoria Villarruel, figura que mantiene una relación cada vez más tirante con el presidente Javier Milei y con la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que asumirá como presidenta del bloque violeta en diciembre.
Villarruel, Bullrich y Abdala: el triángulo del terror
En los últimos meses, la vicepresidenta Villarruel se convirtió en un foco de tensión dentro del Gobierno. Sus diferencias con Bullrich y los hermanos Milei se acentuaron tras varios episodios públicos, entre ellos el cruce por el caso del gendarme Nahuel Gallo, detenido en Venezuela, que la vicepresidenta utilizó para cuestionar la política exterior del Ejecutivo. Bullrich respondió con dureza, en lo que sería un anticipo del clima que podría dominar el Senado durante el próximo año legislativo.
La ministra mantiene antecedentes de enfrentamientos con Abdala. Años atrás, apoyó al gobernador Claudio Poggi en la interna puntana que terminó con la intervención del PRO, un episodio que dejó a Abdala fuera de juego y lo empujó a las filas libertarias. Hoy, ambos comparten el mismo espacio, pero sin armonía.
En paralelo, Villarruel protagoniza su propia guerra en el Senado. En los últimos días, desató un conflicto sindical al despedir a Mónica Nieto, una funcionaria cercana a Norberto Di Próspero, titular de la Asociación del Personal Legislativo (APL), lo que podría derivar en una causa judicial. También avanzó en una disputa por la reasignación de despachos, una pelea interna que exhibe la fragilidad política de su figura.
Mientras tanto, el bloque oficialista se prepara para la próxima sesión del Senado, donde se debatirán modificaciones a la ley de Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU). El interbloque peronista, encabezado por José Mayans, firmó el dictamen en disidencia para mantener abierta la posibilidad de negociar con la Cámara de Diputados. Según trascendió, detrás de esta movida podría haber un gesto de Cristina Kirchner para retomar influencia en el Senado y negociar con la Casa Rosada sobre las vacantes en la Justicia federal y la Corte Suprema.
