Desde la firma del alto el fuego con Hamas en octubre en la Franja de Gaza, Israel lleva adelante la deportación de prisioneros palestinos hacia otros países, pero les impide la posibilidad de reencontrarse con sus familiares residentes en su mayoría en la Cisjordania ocupada. La excusa de las autoridades israelíes es la supuesta imposibilidad de garantizar las condiciones de seguridad para su traslado, pero incluso a quienes les permiten el reencuentro después les prohíben volver a Cisjordania. Los familiares de los palestinos que lograron salir en libertad denuncian una "venganza" de parte de Tel Aviv.
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A comienzos de octubre y bajo la mediación del presidente estadounidense Donald Trump, Israel y Hamas iniciaron un intercambio de prisioneros, vivos y fallecidos, de ambos bandos. El proceso comenzó con la liberación por parte de Hamas de los últimos 20 rehenes israelíes vivos en su poder, entre ellos los argentinos Ariel y David Cunio y Eitan Horn, y siguió con la excarcelación de casi 2.000 palestinos de parte de Israel.
Desde el gobierno israelí afirmaron haber trasladado en octubre a 1.968 palestinos, muchos de ellos con condena perpetua, aunque no todos llegaron a destino. La sorpresa llegó cuando las autoridades israelíes informaron que 154 de los liberados fueron deportados unilateralmente a Egipto, sin previo aviso a los familiares palestinos, que se enteraron de los traslados recién una vez en curso.
De acuerdo a un informe de la Sociedad de Prisioneros Palestinos, en 2025 hubo dos grandes deportaciones masivas: la primera en enero y la segunda en octubre. Sin embargo, Israel cambió antes de enero las restricciones de viaje a los familiares de palestinos presos, lo que afectó a la mayoría de ellos. Según el portavoz de la organización, Abdullah al-Zaghari, de los 383 palestinos deportados por Israel en enero de 2025, apenas el 10% de sus familiares pudieron reencontrarse con ellos. Y a la mayoría de los pocos casos dentro de esa cifra no se les permitió volver a sus hogares, pese a haber sido habilitados para salir de su país.
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"Esto es una venganza": el testimonio de los familiares de los palestinos deportados
Habis Bayyoud fue un palestino preso en Israel durante 24 años, que fue liberado recién este año con el alto al fuego. Su madre, Intisar, oriunda de Cisjordania, contó a la agencia Middle East Eye que si bien le permitieron visitarlo mientras estuvo detenido, cuando le informaron que fue llevado a Egipto, le prohibieron a ella y a toda su familia poder viajar para ir a verlo. "Todos fuimos rechazados", explicó Jamal, uno de los hermanos de Habis. "Imagínese pasar 24 años en prisión y descubrir que ningún miembro de su familia puede comunicarse con usted", agregó.
"Esto es una venganza contra los prisioneros y sus familias", sostuvo Jamal sobre el caso de su hermano, considerándolo como "una decisión política ilegal", dado que "no hay ninguna ley que impida que un preso liberado vea a su familia. Lo que nos ha pasado es un delito", tal como indicó.
Otro caso fue el de Basem al-Khandaqji, un palestino encarcelado desde 2004 y liberado en el último intercambio. Su madre apenas se enteró de su liberación, intentó viajar con toda su familia para poder verlo. Pero fueron detenidos en el cruce entre Cisjordania y Jordania, donde militares israelíes no aprobaron sus documentos palestinos. A la única que dejaron pasar fue a una hermana de Basem, que tenía ciudadanía jordana. El resto de la familia tuvo que volver.
"No tiene lógica impedir que una madre vea a su hijo", se quejó Amani, hermana mayor de Basem. Contó que su madre "soñó con este momento durante años y ahora sólo lo ve en la pantalla del teléfono".
El caso de Barghouti, el palestino con un Guinness por haber estado preso
Un tercer ejemplo demoledor fue el Nael al-Barghouti, un palestino oriundo de Kobar, en Ramallah, vigilado por Israel durante 45 años. Tiene un Récord Guinness al preso político con mayor cantidad de años de prisión en el mundo. Fue liberado en enero y enviado a Egipto, pero tuvo la suerte de poder trasladarse él solo a Turquía. Su familia intentó viajar a verlo cuando estaba en Egipto y luego cuando se fue a Turquía, pero en ambos casos no se les concedió el permiso: Israel les prohibió salir de Cisjordania.
Cuando su esposa Iman Nafí apeló ante las autoridades israelíes le respondieron que no podían darle la habilitación por "razones de seguridad". Al ser consultada en una entrevista para Middle East Eye, ella consideró que el objetivo es el de "impedir que los presos se reúnan con sus familias y profundizar el castigo del exilio". "Israel le negó a Nael el derecho a permanecer en su país natal al deportarlo", sostuvo Nafí, a lo que sumó que "ahora le niegan incluso a un solo miembro de su familia además de él en el exilio".
