Consuelo García del Cid tenía 16 años cuando el médico de cabecera entró en su habitación de Barcelona con su madre en 1974, la agarró del brazo izquierdo y le introdujo una aguja en una vena.
Se desmayó y se despertó en una habitación extraña a un día de viaje en coche, en Madrid. Fue una de las miles de niñas y mujeres jóvenes acusadas de una serie de faltas morales y llevadas a instituciones católicas de rehabilitación gestionadas por el Estado durante la dictadura de Francisco Franco.
El lunes, un organismo católico que incluye a la mayoría de las comunidades de monjas que ayudaron a gestionar algunos de los centros, celebrará una ceremonia para pedir formalmente perdón a las mujeres, el primer acto de este tipo en España, que se anunció en abril pero se retrasó por la muerte del papa Francisco.
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Un comienzo, pero no suficiente, dicen las activistas, que quieren una disculpa nacional por lo que pasaron en la red de institutos del Patronato de Protección a la Mujer, similar a la disculpa de Irlanda en 2013 por los abusos en las Lavanderías de la Magdalena.
"Es la punta del iceberg", dijo Pilar Dasi, de 73 años, que pasó varios meses en un centro de Valencia en 1971. "El perdón a nosotras tiene que continuar para lavar su propia imagen (la de la Iglesia)".
Dijo que fue retenida después de que su primo, agente de policía, la denunciara por tener "malas compañías", en referencia a sus novios de izquierdas.
La operación fue creada en 1941 por el Ministerio de Justicia franquista y estaba supervisada por el consejo presidido por la esposa del dictador, Carmen Polo. Estuvo activa hasta 1985, 10 años después de la muerte de Franco.
La Secretaría de Estado de Memoria Democrática, un organismo fundado para abordar el legado de la guerra civil española y el régimen de Franco, dijo a Reuters que aplaudía la decisión de la Confederación Española de Entidades Religiosas (CONFER) de pedir perdón.
El ministerio dijo en un comunicado que esperaba celebrar su propia ceremonia en algún momento de este año, en la que se reconocería a las mujeres como víctimas del régimen franquista.
"Se les considerará como víctimas y se les entregará una Declaración de Reconocimiento y Reparación", dijo, sin entrar en más detalles sobre el calendario o el contenido de ningún acto.
García del Cid dijo que su familia había llamado al médico en 1974 porque estaban preocupados por lo que consideraban rebeldía después de que asistiera a varias manifestaciones contra la dictadura.
El centro al que acudió era "completamente siniestro, con un adoctrinamiento religioso extremo y la vida se reducía a trabajar, fregar y rezar", dijo la mujer de 66 años, autora de cinco libros sobre el tema.
"Si a ti te dicen todo el día que tú estás loca, que eres una golfa, que eres una perdida, que vas por el mal camino, llega un momento que te lo puedes llegar a creer si no tienes tú un bagaje interior fuerte". Dijo que estuvo retenida hasta 1976.
"HORROR DE LOS HORRORES"
Los institutos acogían a niñas y mujeres de hasta 25 años, incluidas madres solteras, hijas de presos y aquellas denunciadas por sacerdotes, vecinos o sus familias por desviarse de las estrictas normas morales católicas. Los centros trataban de rehabilitarlas, dicen las supervivientes, mediante el trabajo y la instrucción.
"Una mala mujer podía ser cualquiera, podía ser una chica que fumaba, una cría que daba contestaciones como yo, una tía que faltaba al colegio, una chica que se ponía minifalda, que se besaba con su novio en la última fila del cine", cuenta Mariaje López, de 67 años, que estuvo internada en un centro entre 1965 y 1970.
"También se consideraban malas chicas las que se quedaban embarazadas y muchas veces no se preguntaba de quién."
Uno de los centros más temidos era la maternidad de Peñagrande, a las afueras de Madrid, donde se presionaba a muchas jóvenes para dar a sus bebés en adopción, afirma la asociación Desterradas Hijas de Eva.
"Peñagrande era el horror de los horrores. (Era un horror) tener allí un niño que dijera si le duele la garganta (o) tiene una infección de oído porque el que subía a la enfermería ya no bajaba. Porque los daban a otras familias o los vendían o lo que fuera", cuenta Paca Blanco, de 76 años, que estuvo entrando y saliendo de varios centros de internamiento entre 1967 y 1969.
CONFER, que representa a 403 congregaciones católicas, anunció en abril que celebraría una ceremonia de perdón, afirmando que daba el paso tras escuchar las experiencias de los supervivientes y realizar su propia investigación.
"Las ayuda a ellas para vivir ese momento más de sanación y de liberación (...) Nos ayuda a nosotros como congregaciones también para mejorar nuestro modo de atender pues esas realidades", dijo a Reuters el presidente de CONFER, Jesús Díaz Sariego.
La Conferencia Episcopal Española remitió las preguntas a CONFER argumentando que la Confederación era un organismo independiente. El Vaticano no respondió inmediatamente a una petición de comentarios.
García del Cid dijo que estaría presente en el acto de la CONFER, que consideraba un paso hacia su reconocimiento y el de miles de personas más como víctimas del régimen franquista. Pero hace falta más.
"Si a mí me enterrarán con esto", dijo a Reuters, y añadió que fue la mayor atrocidad que España ha cometido contra las mujeres.
(Redacción e información adicional de Emma Pinedo, edición de Aislinn Laing y Andrew Heavens; edición en español de María Bayarri Cárdenas)