Mar del Plata, destino emblemático del turismo argentino y conocida por su mar frío que suele desafiar incluso a los bañistas más valientes, acaba de registrar un dato inédito que anticipa una temporada veraniega muy diferente a lo habitual.
Según datos oficiales, la temperatura superficial del agua llegó a 18,5°C, una marca atípicamente alta para el mes de diciembre en este balneario popular, y que, además, representa un récord histórico para diciembre en la última década. Es el valor más alto registrado para este mes en 10 años y confirma una tendencia que viene observándose en gran parte del Atlántico Sur: la presencia de una ola de calor marino persistente y anómala.
Este calentamiento puede pensarse desde dos polos totalmente opuestos entre sí: por un lado, tiene un lado positivo de cara a la temporada de verano, ya que implica mayor flujo de turistas. Sin embargo, también trae consecuencias ambientales que empiezan a preocupar a los expertos.
Qué implica este aumento de temperatura para la próxima temporada
El calentamiento del mar influye de manera directa en la experiencia turística y en la actividad económica de la región. Los especialistas destacan tres efectos clave:
1. Más gente en el agua y por más tiempo
Con 18,5°C, la clásica “sensación de agua helada” que caracteriza a Mar del Plata se atenúa. El salto desde los habituales 17°C cambia de forma notable la percepción térmica y se traduce en:
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Mayor permanencia de los turistas dentro del mar.
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Crecimiento en la demanda de actividades acuáticas como surf, stand up paddle y paseos náuticos.
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Extensión de la temporada, ya que el agua tardará más en enfriarse durante marzo y abril.
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Confirma el pronóstico de altas temperaturas esperadas para este verano en Argentina.
Sin embargo, no todo es positivo: el récord de temperatura no solo transforma la experiencia turística, también enciende alarmas ambientales. Un mar más cálido puede provocar la migración de especies que necesitan aguas frías, alterando la cadena alimentaria y modificando el equilibrio natural de la zona. Los especialistas advierten que estas condiciones favorecen la proliferación de algas y microorganismos poco habituales en la costa marplatense, lo que podría afectar a peces, moluscos, aves marinas y otros organismos que dependen de ellos. El fenómeno obliga a las autoridades a monitorear de cerca la biodiversidad, ya que cualquier cambio sostenido en la temperatura puede desencadenar impactos significativos en los ecosistemas del Atlántico Sur.
