Entrenar durante el verano es una combinación que suele fallar: el calor aprieta, las rutinas se desarman y la motivación empieza a flaquear. Entre agendas sociales cargadas, viajes y temperaturas elevadas, sostener el ejercicio parece una misión imposible. Sin embargo, especialistas en entrenamiento y bienestar coinciden en algo clave: no se trata de entrenar más, sino de entrenar mejor y adaptarse al contexto.
De acuerdo con recomendaciones recogidas por Grazia y Runner’s World, el error más común en los meses de calor es intentar mantener el mismo ritmo que durante el resto del año. Por eso, ajustar expectativas, flexibilizar objetivos y priorizar la regularidad por sobre la exigencia extrema puede marcar la diferencia entre abandonar y sostener el hábito sin agotarse.
Cómo entrenar en verano: los consejos para no sofocarse y lograr el máximo rendimiento
Menos presión, más constancia
Durante el verano, el cuerpo trabaja más para regular su temperatura, lo que vuelve cualquier esfuerzo físico más demandante. Por eso, los expertos sugieren bajar la exigencia sin dejar de moverse. Comprometerse con dos o tres entrenamientos semanales, en lugar de buscar rutinas intensas todos los días, permite mantener el hábito sin convertirlo en una carga.
Paula Coms, instructora de Barre y Balletfit en Club Barre, sostiene que estos meses no deberían ser vistos como un paréntesis, sino como una oportunidad para redefinir prioridades. Postergar el ejercicio “para cuando pase el calor” suele ser el primer paso hacia el abandono definitivo.
Entrenar con calor sin sofocarse: horarios y calidad
Uno de los ajustes más importantes para entrenar en verano es el horario. Evitar las horas centrales del día y optar por la mañana temprano o el atardecer reduce el impacto del calor y mejora el rendimiento. También es fundamental priorizar la calidad por sobre la cantidad: sesiones más cortas, pero bien planificadas, pueden ser igual de efectivas que entrenamientos largos.
Runner’s World destaca que los entrenamientos por intervalos o de alta intensidad en bloques breves son una buena alternativa cuando el tiempo o la temperatura juegan en contra. Además, la variedad ayuda a mantener el interés y la motivación.
Adaptar el entrenamiento al contexto
Viajes, falta de equipamiento o cambios de espacio no tienen por qué frenar el movimiento. Ejercicios con el propio peso corporal, caminatas activas, rutinas cortas en casa o entrenamientos al aire libre son opciones válidas para seguir activo sin complicaciones.
Invertir en ropa liviana, calzado adecuado, protección solar y una correcta hidratación también resulta clave para entrenar con seguridad en ambientes calurosos. Un detalle práctico que recomiendan los especialistas: dejar la ropa deportiva preparada la noche anterior, en un lugar fresco, para evitar excusas de último momento.
La continuidad, el verdadero secreto
Los expertos advierten que interrumpir por completo el ejercicio suele ser más perjudicial que bajar la intensidad. Datos citados por Grazia indican que menos del 10% de los propósitos de entrenamiento se sostienen a largo plazo, y que una gran parte de quienes comienzan en enero abandonan pocos meses después.
Mantener la actividad, aunque sea con menor frecuencia o exigencia, permite llegar al siguiente ciclo con el cuerpo en movimiento y sin la presión de “empezar de cero”. En verano, entrenar no debería ser una prueba de resistencia, sino una forma de cuidar el bienestar físico y mental sin sofocarse.
