Kenya, la elefanta que había sido trasladada desde Mendoza a Brasil en julio de 2025, murió este martes en el santuario de elefantes de Mato Grosso a la edad de 44 años, según informó el Proyecto Ele en su cuenta de Instagram. El paquidermo había pasado toda su vida en cautiverio y su salud se había deteriorado en los últimos días.
Fue atendida de forma permanente por el equipo del Santuario de Elefantes Brasil (SEB). Las causas exactas de la muerte de Kenya no se conocieron, por lo que realizará una necropsia, junto con la participación de profesionales universitarios que habitualmente colaboran con el SEB, y los resultados estarán disponibles dentro de algunas semanas.
La elefanta pasó toda su vida en cautiverio. "Durante 44 años, su cuerpo soportó las consecuencias de una realidad que la ciencia viene señalando desde hace décadas: la cautividad es profundamente dañina para los elefantes y reduce de manera drástica su esperanza y calidad de vida. Lo hemos visto una y otra vez con Pelusa, Merry, Arny, Sharima, Tamy, Kuky y tantos otros elefantes que murieron en zoológicos de Argentina en los últimos años", lamentó Proyecto Ele. Había llegado al zoo de Mendoza en 1985, cuando contaba con solo 4 años de edad, fruto de un canje con un zoológico alemán.
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La "libertad" de Kenya
Su camino hacia la "libertad" había comenzado el 4 de julio desde el exZoo de Mendoza, donde había pasado 40 años de su vida en un pequeño recinto, y terminó cinco días después, cuando se abrió la caja que la transportó hasta el santuario en Brasil. Para enfrentar este viaje, debió ser preparada durante siete años y se realizaron innumerables evaluaciones sanitarias, permisos internacionales y un sistema de entrenamiento basado en el refuerzo positivo, que permitió ajustar el traslado a los tiempos y necesidades de la elefanta.
La travesía de 3600 kilómetros atravesó la frontera entre Misiones y Brasil, y se completó en cinco días con acompañamiento permanente de su cuidador y dos veterinarios del santuario de destino. El mamífero fue trasladada en un contenedor especialmente diseñado, respetando los estándares CITES y con acceso limitado para preservar su bienestar. Con los traslados de Mara, Pocha, Guillermina, Pupy y Kenya se había puesto fin a 136 años de historia de elefantes cautivos en el país.
Cómo fueron los últimos días de Kenya
Los últimos días de Kenya incluyeron horas de vigilancia y cuidado por parte del equipo veterinario y cuidadores del santuario. El fin de semana, los expertos detectaron una modificación en su respiración, una situación preocupante en la fisiología de un elefante.
“Los elefantes generalmente enmascaran enfermedades, iniciamos inmediatamente inyecciones de antibióticos”, comunicó el santuario. Para aliviar las molestias derivadas de su cautiverio, se le aplicaron tratamientos para dolores articulares. Sus días pasaban entre evaluaciones clínicas, muestras de sangre y sesiones de terapia adicional.
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La elefanta aceptaba las inyecciones, lo que facilitaba el trabajo de los veterinarios, y se inclinaba para recibir el medicamento en los músculos de sus patas. Sin embargo, presentó síntomas preocupantes: falta de interés en alimentos, cansancio y reticencia a acostarse. "Cuando un elefante deja de acostarse, puede ser por miedo a no poder levantarse de nuevo”, detalló la entidad.
El lunes el equipo médico reforzó el tratamiento con un nuevo antibiótico de amplio espectro y se decidió instalar un catéter intravenoso, evitando añadir estrés innecesario. Incluso, se habilitó una terapia de líquidos, administración de medicamentos de difícil suministro y mecanismos de ventilación para refrescarla. “Kenia pasó la tarde allí, recibiendo todas las otras terapias también: nebulización por problemas respiratorios y terapia de láser para las patas”.
"Sus ojos mostraban cansancio, aunque parecían más vivos luego de la tarde de terapias”, reportó la institución. Este martes llegó su desenlace final y estuvo acompañada hasta el final. Para su descanso final se preparará un lugar junto a Pupy, otro elefante con el que había desarrollado un lazo tras su llegada a Brasil.
