El uso y abuso del crédito para pago de gastos corrientes, sin mejora de ingresos de las familias a la vista, entra en un callejón sin salida, lo que se refleja en la incapacidad de los hogares para hacer frente a los vencimientos. Los préstamos personales registraron una tasa de incumplimiento de 9,9% y para las tarjetas de crédito llegaron a 7%, siendo los niveles más altos desde 2011. El deterioro se dio en un contexto de expansión del crédito, caída real de los depósitos en pesos y un sistema financiero que, aunque mantiene indicadores de solvencia elevados --según el informe de bancos del Banco Central--, comienza a mostrar una brecha creciente entre el dinamismo del financiamiento y la capacidad de pago de las familias.
La irregularidad del crédito al sector privado trepó a 4,5% de la cartera total en octubre, con un aumento mensual de 0,4 puntos porcentuales. La suba fue generalizada entre los distintos grupos de entidades financieras y tuvo como principal motor el segmento de hogares. De esta manera, el coeficiente de mora alcanzó 7,8%, frente a un 1,9% en el financiamiento a las empresas.
Dentro del crédito a hogares, los préstamos personales explican el mayor deterioro, con una mora de 9,9%, seguidos por las tarjetas de crédito, con 7%. Ambos instrumentos están directamente asociados al consumo corriente y a la cobertura de gastos básicos, lo que vuelve más sensible su desempeño ante cambios en el nivel de actividad, los ingresos reales y el costo financiero.
Pero la bicicleta sigue
En octubre, el saldo real del crédito al sector privado en pesos creció 0,9% mensual y acumuló un incremento interanual de 38,7%. Considerando moneda nacional y extranjera, el crecimiento fue de 0,6% en el mes y 52,8% en los últimos doce meses. El impulso estuvo dado principalmente por las líneas con garantía real. Solo en octubre se incorporaron 5.019 nuevos deudores hipotecarios, lo que elevó a 43.900 las altas acumuladas en un año.
La exposición bruta del sistema financiero al sector privado aumentó hasta representar 43,8% del activo total. De ese total, 34,1% correspondió a operaciones en moneda nacional y 9,8% a préstamos en moneda extranjera. En la comparación interanual, el crédito total al sector privado sumó 12,2 puntos porcentuales del activo, con una expansión tanto en pesos como en moneda extranjera. En octubre, los préstamos a empresas representaron 24% del activo, mientras que el crédito a familias alcanzó 19,9%.
El crecimiento del financiamiento contrasta con el desempeño de los depósitos, que por la baja de tasas y un tipo de cambio atrasado, se inclinan por dolarizar ahorros. En octubre, los depósitos del sector privado en pesos cayeron 4,5% en términos reales, afectados por las cuentas a la vista y los plazos fijos. Aunque en el acumulado interanual aún muestran un aumento real de 7,8%, la dinámica mensual expone una tensión en la fondeabilidad del sistema. En sentido opuesto, los depósitos en moneda extranjera crecieron 3,2% en el mes, medidos en moneda de origen.
Pese al deterioro en la calidad crediticia de los hogares, el sistema financiero mantiene aún colchones de cobertura, asegura el BCRA. Las previsiones totales representaron 101% de la cartera en situación irregular, aunque con una leve caída respecto de septiembre. En relación con el total del crédito al sector privado, las previsiones se ubicaron en 4,6%, con un incremento mensual de 0,3 puntos. El nivel de liquidez también se mantiene en rangos elevados: el ratio amplio en pesos fue de 40,2% de los depósitos y la liquidez en moneda extranjera alcanzó 59,6%.
En materia de solvencia, la integración de capital del sistema se ubicó en 28,7% de los activos ponderados por riesgo, 1,4 puntos por encima del mes previo. El exceso de capital respecto del mínimo regulatorio llegó a 254% y el capital regulatorio representó 47,3% del financiamiento al sector privado neto de previsiones. Estos indicadores explican por qué, al menos por ahora, el aumento de la mora no compromete la estabilidad sistémica.
Si bien la expansión del crédito permitió sostener niveles de consumo en momentos de pérdida de poder adquisitivo de los ingresos, también elevó la carga financiera sobre ingresos que no crecieron al mismo ritmo. La brecha entre crédito disponible y capacidad de repago empieza a reflejarse en los balances bancarios.
