El Día Mundial de la Sangría invita a celebrar uno de los clásicos infaltables de la gastronomía veraniega. Fresca, frutada y pensada para compartir, esta bebida se consolida cada temporada como una de las más elegidas en bares y restaurantes porteños, con versiones que combinan tradición, creatividad y un marcado perfil estacional.
La sangría no solo se asocia al alivio del calor, sino también a la experiencia social alrededor de la mesa. En Buenos Aires, distintos espacios reinterpretan este trago de origen español con identidad propia, adaptándolo a productos locales y a propuestas culinarias diversas. A continuación, tres direcciones donde la sangría ocupa un rol protagónico dentro de la escena gastronómica de la ciudad.
Sifón: sangría de damajuana y espíritu de mesa compartida
En Sifón, tanto en su sede de Chacarita como en su versión al paso Sifoncito, la sangría se posiciona como una de las bebidas más pedidas durante el verano. Siempre servida en jarra, acompaña la idea de encuentro relajado y comida para compartir que define la propuesta del lugar.
La receta se elabora a partir de vino de damajuana, con pera y manzana roja, almíbar simple, jugo de naranja y lima. A esta base se suma una mezcla de vermuts —Bianco, Rosso y Malbec segundo— que aporta complejidad aromática y profundidad. La bebida reposa durante siete días a la sombra, logrando un equilibrio fresco y amable.
Esta sangría marida especialmente bien con platitos como papas fritas con alioli y chillike, chipá relleno de queso sbrinz y espinaca, y empanadas de carne, reforzando el vínculo entre bebida y gastronomía cotidiana.
Costa7070: versiones modernas y vínicas frente al río
En COSTA7070, la sangría ocupa un lugar central dentro de la carta de coctelería diseñada por Inés De Los Santos. Aquí se presenta como una bebida pensada para acompañar la comida y sostener largas sobremesas nocturnas en la Costanera.
La Sangría Alto-Alto se construye sobre Cabernet Franc, con frambuesa, tomate, frutillas, hojas de frambuesa y romero, logrando un perfil fresco, herbal y levemente especiado. La Sangría De una costa a la otra combina uva verde, Albariño de Costa y Pampa, cordial de pino limón y jugo de limón, con una impronta cítrica y atlántica. En tanto, la Sangría de damascos y pinot se elabora con reducción de Chandon Apéritif, agua de damascos y Pinot Noir, ofreciendo una versión delicada y frutal.
Todas se sirven bien frías en copa y acompañan desde tapas hasta platos más contundentes como arroces, paellas y pescados a la parrilla.
Copetín: tinto de verano y estética retro en devoto
La sangría de Copetín, que figura en la carta como Tinto de Verano, responde a una receta clásica y equilibrada. Se elabora con Merlot, un toque de vermut Carpano y Schweppes de pomelo, logrando un trago liviano, fresco y fácil de tomar.
El servicio con hielo y los gajos de naranja y pomelo aportan un aroma frutal sutil, ideal para acompañar los platitos de la casa. Los copetines —con fiambres, vitel toné, conservas, tortillas y fainás con toppings— refuerzan una propuesta donde la bebida se integra a la experiencia de mesa.
En el marco del Día Mundial de la Sangría, Copetín se presenta como una opción que celebra el sabor directo y los pequeños rituales compartidos, dentro de una estética vintage que remite a las barras de otra época.
